Aquí os traigo el fragmento de una novela corta que tengo a medias y que está en fase de borrador. Ni siquiera le he puesto un título.
Transcurre en Edimburgo durante la década de 1930.
Cuenta la relación que surge entre una mujer joven y bella que es viuda y que tiene un hijo de corta edad con un apuesto libertino recién llegado a la ciudad. Los dos se enamoran, pero ni él es capaz de soportar que ella tenga un hijo con otro hombre ni el hijo le soporta a él.
¿Qué puede pasar?
Os dejo con un fragmento.
Francesca era todavía joven. Y seguía siendo hermosa. Luke estaba loco de amor por ella. Pero sabía que ella seguía pendiente del recuerdo de su marido. ¿Lo había amado? ¿Lo seguía amando? No era la primera viuda que aparecía en su vida. Pero Francesca no era como las demás mujeres. Era especial. No sabía lo que sentía por Francesca por su marido. No había hablado nunca de ese tema con ella. No quería meterse en su vida privada. Era asunto suyo. No de él.
Francesca era una mujer esbelta y bien
proporcionada. La tez de Francesca era fresca y poseía unos ojos que brillaban
como diamantes. Los hombres la admiraban. También la admiraban las mujeres.
Francesca no tenía enemigos. Nadie era capaz de odiarla. Era demasiado buena.
Se hacía de querer.
Otra cosa era su hijo.
De vez en cuando, Luke conseguía
robarle un beso a Francesca, pero no pasaba de ahí. Se sentía como un colegial.
Aquella mujer le inspiraba un gran respeto. ¿O era su pasado lo que le
asustaba? Francesca no era una jovencita virginal. Los labios de Francesca
habían sido besados muchas veces por su difunto marido, Andrew.
¿Cómo había llegado a aquella
situación? ¡Y a su edad! Era una locura. Un despropósito…Pero respetaba a
Francesca. Lo que equivalía a amarla.
Francesca…Luke moriría por ella. No
sentía por Francesca un deseo salvaje. Había estado con muchas mujeres. Y había
sido amado por éstas. Todo lo que sentía por aquella escocesa era distinto. No
era pasión. Le inspiraba muchas cosas. Calma…Francesca inspiraba en Luke un
profundo deseo de echar raíces en algún lugar. Quería fundar una familia. Tener
hijos. Pero, pese a todo, su relación con Michael, el hijo de Francesca, era
muy fría. El niño le rechazaba. Quería a su padre. No daba muestras de querer
conocerle. Y para Luke…Aquel niño era un recordatorio del pasado de Francesca.
No se trataba de una mujer virgen. Y eso no terminaba de gustarle. A él le
habría gustado enamorarse de una mujer virgen. Luke tenía un orgullo enorme y
pensaba que él podía acostarse con muchas mujeres. Pero su futura esposa debía
de ser casta e inmaculada.
Y eso le impedía ser más insistente con
Francesca. Su matrimonio…Su hijo…El niño…El haber yacido Francesca en brazos de
otro hombre. La certeza de que el recuerdo de su marido era lo que impedía a
Francesca lanzarse a los brazos de Luke. Aquel hombre…El marido de
Francesca…Andrew…El padre del hijo de su amada…Su primer hombre…
Podía cogerle la mano a Francesca y
depositar un beso en el dorso. Podía besar a Francesca en la frente. O podía
besar a Francesca en la mejilla. Pero, entonces, pensaba en el marido de la
mujer. Mister Leigh… Andrew…Luke creía enloquecer. ¡Odiaba a un muerto!
Andrew había sido el primer hombre que
había acariciado a Francesca.
Ella dejó de ser virgen con él. Tuvo un
hijo con él.
¡El primero!
Luke trataba de consolarse así mismo. Francesca no había
amado a Andrew. No había sentido placer con él. Pero eso era todavía peor. Luke
se había acostado con muchas mujeres sin amarlas. ¿Podía culpar a Francesca por
haber hecho lo mismo que él? No…¿Verdad? No podía hacerlo. Y eso era lo que,
inconscientemente, les estaba separando. Los prejuicios de Luke. Y el rechazo
inconsciente que sentía hacia Michael.
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