martes, 3 de septiembre de 2013

CONTINUACIÓN DEL BORRADOR

Hola a todos.
¿Os acordáis del borrador de un cuento que subí a este blog hace poco? Cuenta la historia de unos australopitecos. Aquí os traigo la continuación.
Es muy cortita.

                        El australopiteco estaba aprendiendo de la envidiable relación que existía entre entre uno de los miembros del grupo y una hembra. Era uno de sus hermanos. Nacido de la misma madre…Un día, mientras estaban descansando, vio como el australopiteco y su compañera estaban haciendo gestos de manera animada. En un momento dado, el joven australopiteco se inclinó hacia su compañera y le lamió la mejilla. El gesto pareció animar mucho a la joven australopiteco. Al cabo de un rato, una de las jóvenes australopiteco se reunió con él y se sentó a la sombra del árbol donde él estaba desde hacia un largo rato. El joven australopiteco quiso hacer lo mismo que hacia su hermano con su compañera y procuró animar a la hembra que estaba delante de él. La muchacha emitía unos ruidos que pudiesen ser calificados de risa fácilmente en la actualidad. En un momento dado, el joven australopiteco se inclinó y le lamió la mejilla. Se animó y le lamió también la otra mejilla.
                      Que la joven australopiteco no saliera corriendo ni le golpeara fue interpretado por él como una buena señal.                      Se recostó contra el tronco del árbol y se quedó mirando durante un largo rato de manera intensa al macho que estaba con ella. 
                    Luego, cerró los ojos. 
              
   

                  Es curioso, pensó la hembra.
                  El agua se seca. Tiene un sabor amargo. La tierra tiembla. Los animales empiezan a escasear. Todo lo que está a nuestro alrededor desaparece. No sé lo que va a ser de nosotros. La hierba está seca. Mi gente muere y cae al suelo.
                  Puede pasarme a mí lo mismo en cualquier momento. ¿Estoy perdiendo el tiempo sólo porque estoy interesada en este macho? No sé lo que me va a pasar dentro de un rato. Sólo siento que he de vivir el momento.
                  Después...Sería tarde.
                 Sintió frío. Miró a su alrededor. Y centró la vista en el macho. Él no desaparecería, como estaba desapareciendo la sabana. Los dos se sintieron más unidos que nunca
                 Y eso era algo que ella agradeció sinceramente.