Aquí os traigo el penúltimo fragmento de mi relato La llave.
Espero que os esté gustando.
¡Vamos a ver lo que pasa hoy entre Paloma y Raúl!
Raúl regresó a mediados del mes de noviembre a la isla de Lobos. La noticia de su regreso no tardó en correr como la pólvora por toda la isla. Margarita, nada más enterarse, corrió a la casa de Paloma a contárselo. La muchacha pensó que se trataba de una broma. Pero no tardó en creérselo cuando Raúl fue a visitarla a su casa.
Y la besó de manera larga y apasionada en el recibidor.
A partir de aquel momento, la relación entre ambos cambió. Paloma reflexionaba sobre ello en cuanto se quedaba a solas.
Raúl parecía cortejarla. Iba a visitarla a su casa.
Cuando salían a dar un paseo por La Hoya de las Lagunitas, Raúl aprovechaba para robarle un beso a Paloma.
Aquella situación se prolongó por espacio de un mes.
Las casas de los padres de ambos limitaban. Paloma y Raúl se conocían desde hacía muchos años. De niños, habían jugado juntos. Se subían juntos a los árboles para leer un libro. Al llegar a la adolescencia, Raúl y Paloma siguieron siendo inseparables. La dote de la chica era bastante abultada. Con su cabello rizado de color castaño, con su figura alta y delgada y con su piel blanca, Paloma se había convertido en toda una belleza. Causaría sensación cuando fuera presentada en sociedad. El padre de Paloma quería casarla con un buen partido.
Paloma y Raúl
seguían siendo buenos amigos. El uno sentía que el otro era el único que le
comprendía. Se contaban sus secretos. Intercambiaban confidencias. Pero habían
crecido. De algún modo sutil, Paloma intentaba separar su vida de la de Raúl.
Intuía que, cuando fuera presentada en sociedad, sus caminos acabarían
separándose. Pero Raúl se resistía a perder aquella amistad tan valiosa para
él.
El momento
se estaba posponiendo. Los padres de la joven querían enviarla a la Península.
Pero la Península estaba en guerra.
Paloma, en
el fondo, agradecía el no tener que abandonar Lobos. Se habría sentido una
extraña estando fuera de allí.
Sin
embargo, el uno era para el otro mucho más que un buen amigo. Se ponían
nerviosos cuando estaban juntos. Paloma le hurtaba la vista cuando Raúl
intentaba decirle algo que no quería escuchar. Antes, quería verle para poder
hablar con él. Sin embargo, cuando Raúl y su familia se instalaron en la casa
de los tíos de la esposa del joven, Paloma empezó a evitar a Raúl. Decía que si
quería hablar con ella, debía de hacerlo en presencia de su doncella. Y Raúl no
se atrevía a declararse a Paloma delante de aquella cotorra chismosa.
Entonces,
el muchacho determinó que tenía que hablar con ella fuera como fuera. El ama de
llaves de los padres de Paloma era una mujer de carácter muy enérgico. Sin
embargo, se derretía en cuanto empezaba a hablar con Raúl. Se decía que aquella
mujer había estado perdidamente enamorada de un tío del chico. Y Raúl era el
vivo retrato de aquel tío suyo, fallecido en Francia cuando Napoleón regresó
allí tras escapar de la isla de Elba. Fue fácil conseguir robarle la llave de
la habitación de Paloma. Luego, se dijo así mismo que había cometido un acto
detestable. Pero tenía que ver a Paloma a solas. Era preciso que ambos
hablaran.
Al día
siguiente, mientras daban un paseo por la
Playa de la Caleta, Raúl apartó a Paloma ligeramente de su doncella. No quería
entrar en la habitación de la muchacha sin previo aviso y asustarla.
-Tengo que contarte una cosa-le dijo-Me he hecho con la
llave de tu habitación.
-¡Cielo Santo, Raúl!-exclamó Paloma, muy nerviosa-¿Cómo se
te ha ocurrido hacer eso?
-Tengo que hablar contigo. Y necesito hacerlo a solas, sin
que tu doncella esté delante.
-Pero, Raúl. ¡Intenta ser razonable, por Dios! ¡No puedes
colarte en mi habitación así como así! ¡Nos vas a poner en un compromiso a los
dos!
-No sé qué hacer, Paloma. Por un lado, quiero hacerlo. Por
el otro lado, tengo miedo de lo que pueda pasar. Sólo sé una cosa. Y es que
eres la persona más importante de mi vida y no quiero hacerte daño.
-¿Y qué pasa con Lorena? ¿Tan pronto te has olvidado ya de
mi prima?
-Me he dado cuenta de que lo sentí por Lorena no es ni una décima
parte de lo que siento por ti.
-¡Lo que dices es un disparate! Raúl, trata de ser
razonable.
-¡Estoy siendo razonable! Lorena nos da su visto bueno. Lo sé.
Paloma miró
hacia donde estaba su doncella. Ésta parecía no haberse enterado de nada.
La cena
transcurrió con total normalidad. Los padres de Raúl y de Paloma hablaron de
política. Y las madres de Raúl y de Paloma hablaron de trivialidades. Sólo Raúl
y Paloma guardaron silencio. Casi ni se miraron.
Aquella
noche, la joven retiró temprano a su habitación.
La doncella
la ayudó a quitarse el vestido que había llevado puesto. Le soltó su cabello
oscuro. Se lo cepilló.
Paloma no
se acostó. Cerró la puerta con llave. Se sentó en la cama con las manos
cruzadas en el regazo. Miraba hacia la puerta cerrada. Y se preguntaba si Raúl
sería capaz de colarse en su habitación. Por un lado, deseaba que hiciera
aquello. Por el otro…Su sentido común trataba de imponerse. Se puso de pie y
empezó a pasearse de un lado a otro de la habitación.
Mientras
tanto, en su habitación, Raúl jugueteaba con la llave del cuarto de Paloma. Se
preguntaba una y otra vez el porqué había cedido a aquel impulso. Con aquellas
llaves en su poder, podría entrar en su habitación. ¡Y sólo Dios sabía lo que
pasaría una vez que estuvieran solos! Aún estaba a tiempo de no cometer aquel
disparate. Pero no sabía qué hacer. Se debatía entre ir y no ir. Se debatía
entre escuchar a su cabezo o escuchar a su corazón.
Segura de
que Raúl no acudiría, Paloma se acostó. Intentó conciliar el sueño. Sin
embargo, no tardó en escuchar cómo alguien abría la puerta de su habitación con
la llave.
-¿Raúl?-inquirió Paloma.
Se sentó en
la cama.
-Soy yo, Paloma-contestó la voz inconfundible de Raúl.
Se ha
vuelto loco, pensó Paloma. Pero su corazón empezó a latir muy deprisa.
¡Había
venido!
Raúl se
sentó en la cama, junto a Paloma. Ella supo que no podía seguir reprimiendo por
más tiempo aquel momento.
Raúl empezó
a hablar y le confesó a Paloma que ella era su razón de ser. Que no podía vivir
si ella no estaba a su lado. Entonces, la joven le confesó que le pasaba lo
mismo. Los dos estaban perdidamente enamorados.
Él empezó a
acariciarle la espalda. La besó repetidas veces en las mejillas. La besó en los
labios. Su
mirada estaba cargada de intensidad. Raúl se despojó de su camisa corta de
dormir. Y le quitó el camisón a Paloma.
-Eres muy hermosa-le aseguró.
-Tú también eres muy apuesto-sonrió Paloma.
La recostó
sobre la cama. La besó con auténtica pasión. A pesar de la inexperiencia de
ambos, parecían obrar como por inercia. Las manos del uno acariciaban el cuerpo
del otro. Se quedaron sorprendidos de la pasión que se demostraban.
Raúl empezó a besar a Paloma en
el cuello. La besó repetidas veces en los hombros. Sus labios descendieron por
la línea del escote de la chica. Se quedó mirando sus pechos. Eran los primeros
pechos que veía. Paloma no se asustó al sentir la excitación de Raúl.
El
joven empezó a besar los pechos de Paloma. Chupó sus pezones. Ella se sintió
extraña al ver a Raúl con un pecho suyo metido dentro de su boca. Las manos de Paloma
cobraron vida propia y empezaron a recorrer el cuerpo de Raúl. Lo besó en la
boca con intensidad. Quería acariciarle.
Raúl era un joven que estaba bien
formado físicamente. Tenía algo de vello en el pecho. Dieron la vuelta y Paloma
se metió una tetilla de Raúl en la boca. Le acarició el vientre con la yema de
los dedos. Le oyó gemir de placer. Estaba realmente excitado.
Raúl invadió el cuerpo de Paloma
con fuerza. No se dio cuenta de que era virgen. Pero ella apenas sintió dolor.
Los dos hacían un gran esfuerzo por no ponerse a gritar. Paloma rodeó con sus
piernas las caderas de Raúl. Él entraba y salía del interior de ella. Paloma lo
abrazó con fuerza. La explosión de placer que les inundó les sorprendió a
ambos.
Acabaron exhaustos. Raúl se
apartó de Paloma para no aplastarla con su cuerpo. Los dos esperaron a que sus
respiraciones se tornaran normales. Se miraron y se sonrieron. Raúl le confesó
que no lamentaba nada de lo que había pasado. Y Paloma le contestó que a ella
le pasaba lo mismo.
Fue ella la primera en quedarse
dormida.
Raúl tardó más tiempo en quedarse
dormido. No lamentaba ya el haber robado aquella llave. Porque le había servido
para descubrir la verdad. Para confirmarse así mismo la certeza de que Paloma
lo amaba. ¡Y él la amaba a ella!
Cerró los ojos. El escándalo que
se organizaría sería terrible. Pero Raúl estaba dispuesto a casarse con Paloma.
Porque la vida sin ella carecía por completo de sentido.
Fue el primero en despertarse.
Paloma lo estaba mirando con los
ojos muy abiertos.
Se habían quedado dormidos
abrazados. Paloma empezó a besarle de nuevo. Y Raúl tornó a recorrer con sus
labios la sedosa piel de la chica.
Desde aquella mágica noche, permanecieron siempre
juntos. Aquel amor había nacido con el paso de los años y había estallado en
una apasionada noche. Su amor no tendría fin. De alguna manera, sabían que su
destino era permanecer siempre juntos.
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