Aquí os traigo un nuevo fragmento de mi relato La llave.
Raúl emprende el viaje de vuelta a Lobos.
¡Vamos a ver lo que pasa!
Era un día cualquiera del año 1835.
Estaba cada
vez más cerca de Lobos, su isla natal.
Raúl había
pasado los últimos meses echando de menos a la joven que había dejado en Lobos.
La vida le había concedido la oportunidad de regresar a su lado. Montado a
lomos de su caballo, contaba los minutos que faltaban para estar de nuevo en su
isla. Junto a Paloma…¿Seguiría viviendo allí? ¿Se habría casado? Llevaba meses
fuera de su isla. Meses…Los había pasado esquivando las balas que le disparaban
los carlistas. Meses en los que había pensado que no iba a volver a casa. Se
llevó la mano a su alforja. Para su sorpresa, aún tenía dentro la llave de su
casa. El corazón de Raúl dio un vuelco. Su isla…Su casa…¡Y estaba cada vez más
cerca de volver!
Pero estaba
también más cerca de ver a Paloma.
Pero, antes
de verla, tenía que llegar a Cádiz. Coger un barco que le llevaría de vuelta a
Fuerteventura.
Allí,
alquilaría una barca. Y aquella barca le llevaría de vuelta a Lobos. Debía de
mantener la calma. El viaje todavía no había terminado. Pero faltaba menos. Tenía
las ideas más claras. Iba a luchar por Paloma.
El otoño estaba a la vuelta de la esquina. Hacía más frío. Llegaría a Lobos en noviembre, más o menos.
Todo sería distinto. Lo presentía.
Detuvo el caballo. Se sentía cansado y estaba empezando a anochecer. Tanto él como el animal estaba agotados.
Faltaba poco. Ya estaba cerca de Cádiz. Lo presentía.
Y Paloma estaría en Lobos. Paloma, susurró Raúl. El fantasma de Lorena parecía haberse esfumado.
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