Hola a todos.
Aquí os traigo un nuevo fragmento de mi relato Volver a amar.
La relación entre Anna y Gaston está empezando a coger forma a partir de este momento.
El segundo aniversario de la muerte de Belinda llegó.
Mistress Ivers lloraba sentada en el sofá del salón de su casa.
Era un día lleno de dolor para los padres y para el viudo de Belinda. Los recuerdos se apoderaban de ellos. Mister Ivers recordaba lo feliz que se sintió cuando supo que Belinda iba a nacer. Recordaba el orgullo que le embargó cuando vio a su hija vestida de novia. Parecía un ángel. Ni siquiera le quedaba el consuelo de tener un nieto.
Gaston hacía tiempo que no lloraba. Se le habían secado las lágrimas.
Una criada anunció que tenían visita. Era lady Anna, quién había ido a visitarles.
Abrazó con fuerza a Gaston nada más verle.
-Debe de ser un día espantoso para usted-observó la joven.
Hacía ya varios años que le conocía. Había algo en Gaston que siempre había llamado poderosamente la atención de Anna. Los vecinos decían que Gaston y Belinda formaban una pareja demasiado llamativa. Él era un francés que había sido soldado al servicio de Napoleón. Y ella era la hija de un antiguo proxeneta que intentaba fingir que era un hombre respetable.
De vez en cuando, Gaston solía visitar la casa que había compartido con Belinda.
En una de aquellas ocasiones, Anna se presentó allí.
Dos criadas se encargaban de mantener la casa en condiciones. Gastón no sabía qué hacer con aquel lugar.
Antes de casarse con Belinda, había convertido aquella casa abandonada en su hogar.
Se sorprendió al ver a Anna entrando en el salón acompañada por una de las criadas.
-La invito a tomar el té conmigo-le ofreció.
Le dio un beso en la mano.
Permanecieron cogidos de la mano durante un rato.
-Disculpe-se excusó Gastón.
No quería parecer un aprovechado con aquella joven y la invitó a sentarse a su lado en el sofá. Agradecía las visitas que le hacía Anna. Sin embargo, ignoraba la clase de sentimientos que despertaba en ella.
Unos sentimientos que Anna estaba intentando reprimir. Después de todo, se trataba del viudo de una vecina. En contra de su voluntad, Gastón se sorprendió así mismo comparando a Anna y a Belinda. Los recuerdos de su vida pasada se apoderaron de él. Sus padres habían muerto a manos de los ingleses.
Tenía cuatro hermanos mayores de los que no sabía nada. Quería pensar que todos estaban bien.
Anna era una chica joven. Pero también era muy bonita. Se notaba la esmerada educación que había recibido a manos de su institutriz.
Dieron cuenta cada uno de una taza de té que les sirvió la criada.
Estuvieron hablando de trivialidades durante un largo rato hasta que Anna se percató de que Gaston la estaba mirando de manera fija. No había lujuria en aquellos hermosos ojos. Había admiración y también había algo más. Anna no sabía cómo definirlo. Se puso roja como la grana.
-No debería de mirarme así, monsieur Barrois-le rogó con voz ahogada.
-¿Cómo cree que la estoy mirando?-le preguntó Gaston.
-Me está mirando de una forma muy rara.
-No entiendo lo que quiere decir.
-Se lo ruego. Mire hacia otro lado.
-Lo siento.
Pero Gastón no hacía otra cosa que mirarla. Y, de pronto, su mirada se detuvo en los labios de Anna.
Lo siguiente que la joven sintió fue que aquel joven oficial francés del Ejército de Napoleón la estaba besando. La estaba besando con verdadera pasión.
Y disfrutó con ello.
Anna salió del trance en el que estaba sumida. Se separó de Gaston como pudo. Él casi no se atrevía a mirarla a la cara.
-Le ruego que me disculpe-alcanzó a decir-Me he comportado como un salvaje.
-No ha debido de pasar-dijo Anna, ruborizada y poniéndose de pie.
Uy que romántico, te mando un beso adore el final
ResponderEliminarHola Citu.
EliminarMe alegro que te haya gustado este fragmento.
Un fuerte abrazo.