viernes, 27 de febrero de 2015

VOLVER A AMAR

Hola a todos.
Aquí os traigo un nuevo fragmento de mi relato Volver a amar. 
Nos quedamos con Gaston y con Anna a punto de sucumbir a lo que de verdad sienten el uno por el otro. ¿Qué va a pasar?

                           Los rayos de Sol se posaron sobre la pareja que yacía acostada sobre el suelo. El vestido de color azul celeste de Anna estaba tirado sobre la hierba. Como también estaba tirada su camisola.
                            La ropa de Gaston estaba esparcida sobre la hierba. En los ojos azules de Anna, Gaston podía ver reflejada una clara invitación. Sus labios se posaron con suavidad sobre los labios de la joven. Estaba temblando.
                            La intensidad de sus sentimientos asustaron a Gaston. Todavía podía dar marcha atrás.
-¡No lo hagas!-le pidió Anna.
                           Eso era lo que Gaston estaba deseando escuchar. Las manos temblorosas de Anna acunaron el rostro del joven. Tan sólo se escuchaba a lo lejos el piar de algunos pájaros. Se escuchaba el susurro del río Támesis a su paso por la isla. Ni siquiera pasaban las barcas remando por allí.
                          Los dos se quedaron medio desnudos sobre la hierba. Ya no había vuelta atrás. Todo lo que realmente importaba estaba allí.
                          En aquel lugar...
                         Gaston ya no podía mantener el control sobre sí mismo a medida que iba pasando el tiempo. Tan sólo era consciente de que estaba besando a Anna. No podía dejar de besarla de manera alternativa en el cuello y en los labios.
                           De pronto, se olvidó de todo lo que le rodeaba.
                            Sólo estaban Anna y él. Y lo que sentían el uno por el otro.



Pido perdón por el retraso.
Han pasado casi cuatro meses desde que hice la última entrada en este blog.
Escribí esta historia en una libreta que estaba terminando. El final está en otra libreta que no sé dónde la he metido y espero no haberla tirado a la basura.
He perdido la parte donde está el resto de la historia. No sé dónde la he metido y la estoy buscando.
De momento, sólo he encontrado una hoja suelta. No es mucho. Cuando encuentre lo que queda, seguiré subiendo esta historia.
Pido perdón por las molestias.

jueves, 26 de febrero de 2015

VOLVER A AMAR

Hola a todos.
Hoy, os traigo un nuevo fragmento de mi relato Volver a amar. 
En esta ocasión, veremos cómo Gaston y Anna se dejan llevar por sus sentimientos.
¡Vamos a ver qué pasa!

-Milady...-dijo Gaston cuando se encontró a la tarde siguiente con Anna-¡Qué sorpresa más agradable!
                        Se vieron en la orilla del río Támesis. Anna había salido sola a dar un paseo.
-Me alegro mucho de verle, Gaston-afirmó la joven-Mi madre dice que no debería de salir sola. Después de todo, soy una dama. Aunque no me agrade del todo la idea.
                        La temperatura era agradable.
                       Anna llevaba cerrado su parasol. Para su sorpresa, se fijó en que Gaston no llevaba puesto el chaleco. Incluso, se había quitado la chaqueta. Los botones de su camisa estaban abiertos hasta la mitad.
                       Anna se puso roja como la grana. He cometido un error, pensó con nerviosismo.
-Deberías de componerte un poco-le sugirió.
-¿Componerme?-se extrañó Gaston.
-Ponerte, por lo menos, la chaqueta.
-Entiendo.
                           La respiración de Gaston se hizo más acelerada. Casi sin darse cuenta, Anna se fue acercando poco a poco a él. No había vuelto a estar con ninguna mujer desde que Belinda cayó enferma. El deseo que llevaba tanto tiempo reprimiendo afloró sin darse cuenta.
                         Su experiencia con las mujeres había sido escasa antes de conocer a Belinda. Jamás le fue infiel a su mujer. El dolor por su pérdida había dejado enterrada su libido.
                         Hasta que apareció Anna. Anna...Y se dio cuenta de que la estaba mirando como un hombre mira a la mujer que desea.
                         Sin embargo, no se trataba sólo de mero deseo carnal. Se trataba de algo más profundo. Lo que había sentido por Belinda. Lo que todavía sentía por ella. Le parecía demasiado poco comparado con lo que estaba sintiendo en aquellos momentos. Anna le miró con fascinación.
                         Una ola de calor recorrió el cuerpo de Gaston cuando sus ojos se encontraron con los ojos de Anna. Se trataba de una dama joven. Anna era virgen. Sin embargo, a pesar de todo, se dejó llevar por sus instintos.
                       Gaston se acercó a Anna y la joven no hizo nada. No quería hacer nada. Lo estaba deseando.
                        Los labios de Gaston se apoderaron de los labios de Anna con verdadera ansia.

 

                           No había nadie. Estaban ellos dos solos.
                           El corazón de Anna comenzó a latir a gran velocidad. Con mucha facilidad podía apartarse de Gaston.
                       Podía alejarse de él. Pero no lo hizo. No quería hacerlo.

Como soy algo bruja, mañana, lo prometo (no me va a pasar como me ocurrió con No te vayas) seguiré subiendo más fragmentos. Y veremos lo que ocurre entre Gaston y Anna.

miércoles, 25 de febrero de 2015

VOLVER A AMAR

Hola a todos.
Retomo mi relato Volver a amar tras unos días de no dar señales de vida por este blog.
Quiero subirlo del todo a lo largo de esta semana. He calculado mal. Pensaba que sería suficiente con subir dos o tres trozos, pero es más largo de lo que pensaba.
Hoy, vamos a ver cómo siguen las cosas entre Gaston y Anna. Está más cerca el final.
Es un fragmento un poquito más corto que de costumbre.

                                Anna no quiso compartir con su familia lo que estaba ocurriendo entre Gaston y ella.
                                Debía de verle todos los días y su sola presencia la ponía nerviosa. Trataba de pensar en Belinda. ¡Era el marido de Belinda! ¿Cómo podía mirarle de aquel modo?
                               ¿Por qué necesitaba verle a todas horas?
                               Mister Ivers sospechaba que algo raro le pasaba a su yerno. Trató de hablar con él.
                               Una vez, Anna fue a visitar a los Ivers. Mister Ivers se dio cuenta de que había algo raro entre Gaston y Anna.
                               Su forma de mirarse. El modo en el que Gaston besaba las manos de Anna. Todo ello le pareció muy llamativo. Se metió en el despacho con Gaston al día siguiente.
-Si tu deseo es volver a casarte, no te quepa la menor duda de que ni mi mujer ni yo te lo echaremos en cara-le aseguró-Es lo que Bel habría querido.
-No quiero volver a casarme, señor-replicó Gaston.
-Eres un hombre joven y eres bueno. Tienes derecho a rehacer tu vida.
                          Los recuerdos de su vida en común con Belinda pasaron a gran velocidad por la mente de Gaston. Habían sido muy felices durante el tiempo que había durado su matrimonio.
                          Aún así, no podía olvidar lo rígida que se ponía Belinda cuando acudía a su cama.
                          Cuando, al besarla, su lengua se colaba en el interior de su boca.
                          Por su cabeza, pasó la imagen de él mismo con Anna.
                         Estrechando entre sus brazos a Anna y la sangre se agolpó en sus mejillas.
-Tienes derecho a rehacer tu vida-sentenció mister Ivers.
-Señor, yo siempre querré a Bel-afirmó Gaston.
-Estoy contento. Amaste a mi hija y ella vive en tu corazón. Me duele tener que decirte que debes de seguir con tu vida. Pero es lo que Bel habría querido. Verte feliz.

viernes, 20 de febrero de 2015

VOLVER A AMAR

Hola a todos.
Aquí os traigo un nuevo fragmento de mi relato Volver a amar. 
Seguimos siendo testigos de cómo se desarrolla la relación entre Gaston y Anna.

                             Intentaron cumplir con su palabra.
                             Sin embargo, fueron varias las veces en las que Gaston y Anna se besaron de nuevo. Ella se sentía rara cuando los labios de Gaston se posaban sobre sus labios.
                            Pensaba que el joven estaba imaginando que estaba con Belinda.
                           Que estaba besando a Belinda.
                            Se besaban cuando se encontraban junto al árbol que crecía en la isla.
                           Anna tenía la sensación de que lo que estaba viviendo era una locura. Gaston, por su parte, estaba confundido.
                           Parecía que disfrutaba robándole besos a Anna. Los besos que le había dado a Belinda habían sido distintos.
                          Una tarde, la invitó a tomar el té a su casa.
-Tenemos que hablar sobre lo que está ocurriendo-atacó Gaston apenas la criada se hubo retirado tras servir el té.
-No es normal lo que estamos haciendo-admitió Anna-Y no creo que sea lo correcto.
-Es verdad.
                         Anna bebió un sorbo de su taza de té, pero la mano tembló. La cercanía de Gaston la ponía nerviosa.
-Yo le tenía mucho aprecio a Belinda-afirmó Anna-He oído hablar de las cosas que hizo su padre. Pero eso nunca me ha importado demasiado.
-Yo me enamoré de ella-recordó Gaston.
-Tengo la sensación de que estoy traicionándola. Quiero ser su amiga, monsieur Barrois. Quiero que sigamos tratándonos.
-Porque Belinda así lo habría querido.
-Eso es. Pero lo otro...
-Le ruego que me perdone.
-No sé lo que nos está pasando. Belinda lo estará viendo. Y estará sufriendo por nuestra culpa.
                        Anna bebió otro sorbo de su taza de té.
                        Le había añadido unas gotitas de leche. Gaston la miró.
                        Removió con nerviosismo su taza de té. Él, en cambio, le había echado unas gotitas de limón. Bebió un sorbo. Pensó que podía pasarse las horas muertas mirando a Anna.
                       Ya no sentía el mismo dolor que le había embargado cuando murió Belinda.
                       Cuando tuvo la certeza de que no volvería a abrazarla nunca más.



                           Pero volvió a pasar.
                           Cuando Anna quiso reaccionar, tenía sobre sus labios los labios de Gaston.
                           Se separó de ella rápidamente, dejándola atónita. No sabía el porqué obraba de aquel modo cuando estaba cerca de ella. Estar cerca de Anna le hacía hervir la sangre de un modo completamente desconocido para él. Su corazón latía de una forma endiablada cuando estaba a su lado. Debía de dejar de sentir aquellas sensaciones por Anna. Ella era una joven que estaba fuera de su alcance. Debía de centrarse en honrar la memoria de Belinda.
                         Entonces, Anna le cogió de la mano y se la besó.
                         Gaston trató de pensar en Belinda porque no quería sentir que la estaba traicionando. Le pidió perdón mentalmente por haberse dejado llevar por sus impulsos. Su esposa debía de estar muriéndose de pena desde la tumba.
                         Sin embargo, al mirar a Anna, todo se esfumó de la mente de Gaston. Sólo tenía ojos para ella. Antes o después, Anna marcharía a Londres. Habían pasado dos años desde la muerte de Belinda y sus padres le decían que debía de rehacer su vida. Desde hacía algún tiempo, todo había cambiado entre Anna y Gaston. De pronto, aquella joven aristócrata aparecía ante él como lo que era.
                     Había dejado de ser una niña encantadora para convertirse en una joven encantadora. Era mucho más que eso.
                      Anna vivía ajena a cómo era la vida. Sus padres deseaban preservar su inocencia hasta la medida de lo posible. Sin embargo, se había convertido en toda una belleza. Anna ni siquiera coqueteaba con Gaston porque no sabía en qué consistía eso. No sabía ni agitar sus pestañas de un modo coqueto. Esas cosas no existían en su cabeza.
-Sal conmigo a dar un paseo mañana-la invitó Gaston, tuteándola por primera vez.
-¿Quiere que demos un paseo?-se sorprendió Anna.
-No te he pedido nada malo.
                        Sus mejillas se encendieron de un modo que a Gaston le parecieron adorable. Le recordaba mucho a Belinda.
                        Sin embargo, la joven que tenía delante no era su esposa.
                        Anna era completamente distinta a Belinda. Pero también era fascinante.
                       Y volvió a besarla en los labios, esta vez con mucha más ternura.

jueves, 19 de febrero de 2015

VOLVER A AMAR

Hola a todos.
Aquí os traigo un nuevo fragmento de mi relato Volver a amar. 
La relación entre Anna y Gaston está empezando a coger forma a partir de este momento.

                            El segundo aniversario de la muerte de Belinda llegó.
                            Mistress Ivers lloraba sentada en el sofá del salón de su casa.
                            Era un día lleno de dolor para los padres y para el viudo de Belinda. Los recuerdos se apoderaban de ellos. Mister Ivers recordaba lo feliz que se sintió cuando supo que Belinda iba a nacer. Recordaba el orgullo que le embargó cuando vio a su hija vestida de novia. Parecía un ángel. Ni siquiera le quedaba el consuelo de tener un nieto.
                           Gaston hacía tiempo que no lloraba. Se le habían secado las lágrimas.
                           Una criada anunció que tenían visita. Era lady Anna, quién había ido a visitarles.
                            Abrazó con fuerza a Gaston nada más verle.
-Debe de ser un día espantoso para usted-observó la joven.
                           Hacía ya varios años que le conocía. Había algo en Gaston que siempre había llamado poderosamente la atención de Anna. Los vecinos decían que Gaston y Belinda formaban una pareja demasiado llamativa. Él era un francés que había sido soldado al servicio de Napoleón. Y ella era la hija de un antiguo proxeneta que intentaba fingir que era un hombre respetable.
                          De vez en cuando, Gaston solía visitar la casa que había compartido con Belinda.
                          En una de aquellas ocasiones, Anna se presentó allí.
                          Dos criadas se encargaban de mantener la casa en condiciones. Gastón no sabía qué hacer con aquel lugar.
                          Antes de casarse con Belinda, había convertido aquella casa abandonada en su hogar.
                         Se sorprendió al ver a Anna entrando en el salón acompañada por una de las criadas.
-La invito a tomar el té conmigo-le ofreció.
                        Le dio un beso en la mano.
                        Permanecieron cogidos de la mano durante un rato.
-Disculpe-se excusó Gastón.
                       No quería parecer un aprovechado con aquella joven y la invitó a sentarse a su lado en el sofá. Agradecía las visitas que le hacía Anna. Sin embargo, ignoraba la clase de sentimientos que despertaba en ella.
                       Unos sentimientos que Anna estaba intentando reprimir. Después de todo, se trataba del viudo de una vecina. En contra de su voluntad, Gastón se sorprendió así mismo comparando a Anna y a Belinda. Los recuerdos de su vida pasada se apoderaron de él. Sus padres habían muerto a manos de los ingleses.
                       Tenía cuatro hermanos mayores de los que no sabía nada. Quería pensar que todos estaban bien.
                      Anna era una chica joven. Pero también era muy bonita. Se notaba la esmerada educación que había recibido a manos de su institutriz.
                      Dieron cuenta cada uno de una taza de té que les sirvió la criada.
                      Estuvieron hablando de trivialidades durante un largo rato hasta que Anna se percató de que Gaston la estaba mirando de manera fija. No había lujuria en aquellos hermosos ojos. Había admiración y también había algo más. Anna no sabía cómo definirlo. Se puso roja como la grana.
-No debería de mirarme así, monsieur Barrois-le rogó con voz ahogada.
-¿Cómo cree que la estoy mirando?-le preguntó Gaston.
-Me está mirando de una forma muy rara.
-No entiendo lo que quiere decir.
-Se lo ruego. Mire hacia otro lado.
-Lo siento.
                          Pero Gastón no hacía otra cosa que mirarla. Y, de pronto, su mirada se detuvo en los labios de Anna.
                          Lo siguiente que la joven sintió fue que aquel joven oficial francés del Ejército de Napoleón la estaba besando. La estaba besando con verdadera pasión.
                         Y disfrutó con ello.



                           Anna salió del trance en el que estaba sumida. Se separó de Gaston como pudo. Él casi no se atrevía a mirarla a la cara.
-Le ruego que me disculpe-alcanzó a decir-Me he comportado como un salvaje.
-No ha debido de pasar-dijo Anna, ruborizada y poniéndose de pie.

miércoles, 18 de febrero de 2015

VOLVER A AMAR

Hola a todos.
Aquí os traigo la segunda parte de mi relato Volver a amar. 
Lady Anna entra en escena.
¡Vamos a ver qué pasa!

                                 Los vizcondes de Durham pasaban las vacaciones de verano en Buck Ait. Tenían una casita arrendada allí. Sin embargo, no se relacionaban con los Ivers. Durante su matrimonio con Belinda, Gaston descubrió que el oscuro pasado de su suegro le había alcanzado hasta aquel recóndito lugar. Belinda no se relacionaba con nadie. De vez en cuando, iba a visitarla la hija mayor de los vizcondes, Anna. Cuando Gaston la vio por primera vez, era apenas una niña.
                               La hermana menor de Anna tenía doce años. Los vizcondes sólo las tenían a ellas.
                               Anna tenía dieciocho años cuando Gaston se percató de que también era una mujer. Cuando murió Belinda, Anna se acercó a darle el pésame. Lo hizo dándole un beso en la mejilla.
-Te acompaño en el sentimiento-le dijo-Es terrible perder a la persona que amas.
                            De vez en cuando, Anna seguía visitando a los Ivers.
-Le agradecemos que venga a visitarnos, lady Anna-le decía mistress Ivers a la joven-Usted se parece mucho a mi querida Bel.
                           Sin embargo, no era Belinda. Anna siempre tenía una palabra de ánimo para dirigirse a Gaston.
                           Le besaba en la mejilla a modo de consuelo cuando le veía triste.
                           Anna poseía una belleza serena. Su porte era elegante. Poseía el cabello de color miel. Y sus ojos eran de color azul.
                            Gaston agradecía las visitas que hacía Anna. No se parecía en nada a sus estirados padres.
                            Anna había asistido a algunas reuniones. No eran muchos los vecinos que vivían en la isla.
                           Anna había asistido a pequeños bailes que se celebraban por las tardes. Incluso, le habían permitido asistir a varias cenas.
                           Al igual que Belinda, le gustaba tocar el piano. Poseía una bonita voz. De vez en cuando, invitaba a Belinda a salir a dar un paseo con ella por la orilla del río Támesis.
                          Aquella amistad disgustaba enormemente a los padres de Anna. La joven lloró cuando murió Belinda. Los Ivers le estaban agradecidos porque había sido amiga de su hija. En realidad, Anna era la única amiga que Belinda tuvo en su corta vida.
                       Había cosas que Belinda no podía contarle a Anna. Cuando la chica aparecía en su casa, sólo hablaban de cosas triviales. Sin embargo, Anna siempre tuvo la sensación de que Belinda quería contarle algo. No sabía lo que era.
-No es nada importante-le aseguraba la joven.
                       En aquellos momentos, lady Durham estaba sumida en los preparativos para la puesta de largo de su hija mayor.
                       Anna había empezado a vestir a la moda. Y había que reconocer que estaba muy favorecida.



En los próximos días subiré las partes que quedan. No quiero se os haga pesada.
¡Gracias por estar ahí!

martes, 17 de febrero de 2015

VOLVER A AMAR

Hola a todos. 
Aquí os traigo otro de mis relatos completos que me gustaría compartir aquí, en este blog. 
Se titula Volver a amar. 
Está dividido en tres partes porque no quiero que sea muy pesado. 
Gaston es un joven oficial francés viudo y afincado en Inglaterra que mantiene una buena relación con los padres de su difunta esposa, los cuales le sugieren que vuelva a casarse. Hay una joven que llama poderosamente la atención de Gastón, la bella lady Anna Felton.
¿Qué pasará?  
Espero que os guste. 

VOLVER A AMAR

ISLA DE BUCK AIT, EN EL CONDADO DE OXFORDSHIRE, 1822

                                    El oficial Gaston Barrois llegó a Inglaterra semanas después de ser enviado Napoleón a la isla de Santa María desterrado. 
                                   A pesar de que era muy joven, había pasado la mitad de su vida combatiendo. Su llegada a Inglaterra causó cierto temor. 
                                 Después de todo, Gaston nunca ocultó sus simpatías hacia el depuesto Emperador y había peleado a su lado. 
                                 Hacía tres años que se había quedado a vivir en Buck Ait, una pequeña isla situada en el condado inglés de Oxfordshire. Vivía poca gente en ella. 
                               Además, podía decir que muchas tardes se sentaba a orillas del río Támesis. El famoso río pasaba por allí. 
                              Otro motivo le había impulsado a quedarse allí. Y aquel motivo tenía nombre de mujer. Belinda Ivers...
                              Cuando conoció a Belinda, ésta acababa de cumplir dieciocho años. Era hija única. Sus padres habían llegado a Buck Ait deseando escapar de todo. 
                            Su madre era la hija de un ladronzuelo. Desde niña, había vivido en la calle robando y mendigando. Había pasado toda clase de penurias. El abuelo materno de Belinda era un mal hombre. Había matado a golpes a su esposa. Había tenido con ella muchos hijos porque la mujer lo único que hacía era obedecer. Le tenía pánico a su marido. Los niños fueron a parar a distintos orfanatos. La madre de Belinda nunca hizo ademán de querer ponerse en contacto con ellos. 
                           El padre de Belinda era el hijo de una prostituta. Había empezado a robar siendo muy pequeño, tras la muerte de su progenitora. Sólo Dios sabía cuál de sus numerosos clientes pudo haberle engendrado. Nunca se molestó en averiguarlo. 
                        En su adolescencia, era un experto ladrón. Y se había enamorado de la mujer que sería, más adelante, la madre de su única hija. Tardaron todavía diez años en casarse. Belinda fue la única hija que nació de su matrimonio. 
                        Mister Ivers no era precisamente un angelito. Había regentado un burdel. Tenía una casa de juego. Y el burdel tenía fama de ser de lo más depravado de la ciudad. Había robado por encargo. Había matado a personas por encargo. Chantajeaba. Sobornaba. Daba palizas. Cuando se casó con la madre de Belinda, decidió venderlo todo. Pusieron tierra de por medio y se marcharon a vivir a Buck Ait. 
                        Belinda tenía dieciocho años cuando Gaston llegó a la isla. La joven quería ser presentada en sociedad. ¿No tenía dinero su padre? Quería tener su puesta de largo. 
                        Entonces, conoció a Gaston. Aquel joven parecía llevar una vida sencilla y austera. Le recordaba a la clase de vida que llevaba ella. Aún así, empezó a interesarse por él. 
                         Se acercaba a él cuando le veía sentado a la orilla del río. Entablaban conversación. Poco a poco, se fueron conociendo. 
                         Para cuando Gaston le robó a Belinda su primer beso, ella decidió que estaba enamorada de él. 
                        Decidió pedir la mano de Belinda en matrimonio. 
                       Fue a visitar a mister Ivers y se encerró con él en su despacho. 
-No sé si mi hija se lo ha contado-dijo mister Ivers cuando escuchó las intenciones de aquel francés hacia su única hija-Conoce toda la historia de su madre y mía. Nunca ha habido secretos entre nosotros. No soy bien recibido en Londres. Tengo un pasado espantoso. 
-Lo sé todo, señor-le aseguró Gaston-Pero no me voy a casar con usted, sino con su hija. 
-En ese caso, tiene mi permiso. 
                       En aquel momento, Belinda hizo algo que jamás volvería a hacer. Actuar de un modo impulsivo. 
                       Entró en el despacho de su padre y, en un rapto de felicidad, besó a Gaston de lleno en la boca. 
-¡Mil gracias, padre!-trinó la joven, feliz. 
                        La boda se celebró a las pocas semanas. El cortejo había sido muy breve. 
                       La noche de bodas fue un completo desastre. La madre de Belinda apenas le dio una explicación sobre cómo sería. Gaston no llegó a ver a su recién estrenada esposa desnuda. 
                       Y, cuando besó con pasión a Belinda, la joven se puso muy tensa. 
                       Dos veces a la semana, Gaston acudía a la habitación de Belinda. 
                       Los besos que le daba ponían nerviosa a su mujer. Si la acariciaba por debajo del camisón, Belinda se ponía rígida. 
                       En el plano íntimo, la relación fue un completo fracaso. 
                       Sin embargo, sí estuvieron muy unidos en otros aspectos. Belinda y Gaston no tuvieron hijos. 
                       Estuvieron casados durante cinco años. Intentaron ser felices durante todo aquel tiempo. De algún modo, lo consiguieron. 
                        Llegaron a quererse mucho. Sin embargo, llegaron a la conclusión de que no se amaban. Belinda llegó a amar a su marido, pero le daba cierto temor tener relaciones con él. Cuando le miraba a los ojos, se veía reflejada en aquellos ojos de color gris. Gaston siempre le estaba sonriendo a su esposa. Le gustaba hablar con ella mientras desayunaban. Intentaba hacerla feliz porque se lo merecía. Así se lo había prometido al matrimonio Ivers cuando se casó con Belinda. 
                       Le gustaba pasear por la orilla del río Támesis cogido de la mano de Belinda.
                       Hablaban de tener hijos. 
                       Sin embargo, Belinda lo pasaba mal cuando Gaston iba a su habitación. 
                      No se sentía a gusto entre los brazos de su marido. Y le asqueaba soportar el peso de su cuerpo encima de ella. 
                      Disfrutaba paseando con él por la isla. O cuando Gaston le leía un libro en voz alta. O cuando interpretaba una pieza al piano para entretenerlo en las tardes de lluvia. O cuando Gaston le regalaba flores silvestres. O cuando se sentaban junto a la chimenea a hablar. 
                     Dos años atrás, Belinda cayó enferma. 
                     En un primer momento, se pensó que era un simple resfriado. Luego, la cosa se complicó. Sufrió una severa gripe. 
                     O eso decía el médico. Lo que se llevó a Belinda a la tumba fue una infección pulmonar. 
                     Dos años habían transcurrido desde el día en el que Gaston se despidió de su esposa. Dos años en los que mistress Ivers no había dejado de llorar. 
                     Habían sido los dos peores años de la vida de Gaston. Sus suegros le invitaron a vivir con ellos. Tenían la sensación que Gaston era lo único que les quedaba de Belinda. Al estar juntos, podían hablar de ella. Sentía cómo su soledad se mitigaba. 
                     Sin embargo, mister Ivers sabía que su yerno no podía quedarse eternamente solo. Belinda no lo habría permitido. 
                    De vez en cuando, le preguntaba cuándo volvería a casarse.