Hoy, os traigo otra escena eliminada de mi novela El fina de los buenos tiempos.
¡Vamos a ver lo que pasa!
-Comamos algo-le sugirió lord William a su mujer-Me muero de hambre.
Él y lady Anne dieron cuenta en el
comedor de su casa de una bandeja de sándwiches. Lady Anne cogió un sándwich.
Le dio un mordisco.
-Está bueno-afirmó.
-¿Sabes algo de
Jonah?-le preguntó lord William.
-Hace días que no
le veo.
-No va al hospital
a ver a Judith. No llama a sus padres. Tampoco llama a sus hermanos. Estoy
preocupado por él. Tengo miedo de que haga una locura. O que la pueda cometer.
Su forma de pensar…No me gusta…Parece haberse vuelto loco. Lo sé. Sir Jonah no
es el único que piensa así. Algunos amigos míos también piensan como él. Creen
que Hitler nos puede ayudar. Inglaterra ya no es la gran potencia que era hace
un siglo. Cada cosa tiene su tiempo y su época. Parece que nadie lo entiende.
-Dudo mucho que
Jonah pueda trabar relaciones con los nazis. ¿Tú crees que sería capaz de hacer
eso?
-Jonah no está en
sus cabales. Cuando una persona pierde el juicio es capaz de cometer alguna
tontería. Lo de Judith…Le ha trastornado. Y mucho…Estoy preocupado por él. Es
un buen chico. Ya es mayor, sí. Lo admito. Pero le veo más como un crío que
como un hombre adulto. Luchó duro por ser feliz al lado de la mujer que ama. Y,
ahora, parece haberlo enviado todo al Infierno. Y eso me preocupa.
Lord William cogió un vaso que tenía
lleno de limonada y bebió un sorbo. Le había echado cubitos de hielo a la
limonada. Así estaba más fría. Le gustó.
-Me preocupa que
pueda haber guerra en Europa-continuó hablando-Inglaterra no vive al margen de
lo que pueda pasar allí. Alemania bombardeó una vez Londres durante la pasada Gran
Guerra. Antes, había bombardeado otras ciudades inglesas. Son muchas las
colonias inglesas que reclaman su independencia. Inglaterra salió victoriosa de
la Gran Guerra.
Pero ha sido herida de gravedad en el aspecto económico y en el aspecto moral.
Y, para colmo de males, la crisis económica nos ha afectado muchísimo. No
podemos meternos en otra guerra. ¡Sería el fin! Aunque queda ya poco del otrora
poderoso Imperio Británico.
-¿El fin dices?
-De nuestro
Imperio…De nuestro Universo…De nuestra civilización…Todo lo que conocemos…Todo
lo que somos…Está a punto de desaparecer.
-¿Del Imperio?
¿Cuál Imperio?
-El Imperio
Británico.
-Yo soy
estadounidense. No soy inglesa. No formo parte de lo que tú llamas Imperio
Británico. Hablo inglés. Vivo aquí, en Londres. Estoy casada contigo. Pero no
soy inglesa.
-Estados Unidos
formó parte durante mucho tiempo de la Corona Británica. No lo
olvides. Fue la primera colonia que se independizó. Ahora, todas nuestras
colonias quieren también independizarse. Te confieso que no sé qué pensar. Soy
un inglés chapado a la antigua, muy clasista. No estoy, por el contrario, a
favor de que un país sea colonia de otro país. Pero, volviendo al origen de
todo, como inglés, no quiero perder algo que considero mío.
-Estados Unidos
también tiene colonias. Somos colonialistas. Tuvimos buenos profesores. Mata a
los nativos y quédate con lo que es de ellos. Si no los puedes matar,
esclavízalos. Y viola, de paso, a sus esposas. Piensa. Estados Unidos es, ahora
mismo, un Imperio. Salimos victoriosos también de la pasada Gran Guerra. Hemos
superado con éxito una gravísima crisis económica. El Presidente Roosvelt nos
ha ayudado con su New Deal. Dale trabajo
a un hombre, decía. No recuerdo el nombre de qué cantante lo decía. Mi hermana
Lanie lo vio en el cine. ¡Igual que un cómico que imitaba muy bien a los
analistas! El final de la crisis está a la vuelta de la esquina. ¡Menudo error!
-Hawai…Alaska…Son
colonias estadounidenses. Pues sí. Tienes razón, Anne Habéis aprendido de los
mejores profesores. Los ingleses. Mata a los nativos. Viola a sus esposas. Y
quédate con lo que es de ellos.
Mientras lord William y lady Anne
hablaban, iban dando cuenta de la limonada y de los sándwiches que les habían preparado.