Cuando yo era una adolescente, no estaba contenta con mi vida.
Sé que es un tópico, pero en mi caso era verdad.
No tenía muchos amigos. La situación en mi casa era difícil.
Me refugié en los estudios. Pero acabé tocando fondo.
De no ser por la escritura, no sé dónde estaría. Me habría vuelto loca. Me refugiaba en ella para no pensar. Para olvidar.
Mis clases favoritas en la clase de Literatura y la clase de Historia. Llegué a la conclusión de que podía mezclar mis dos pasiones. Y eso fue lo que hice.
Tuve un diario.
¿Qué chica no escribe en su diario cuando es jovencita? En mi caso, no sabía qué poner. No quería rellenarlo de cosas tristes. Quería volver a releerlo unos años después. Y sonreír.
Me inventé un alter ego.
Una chica que vivía en otra época.
Que era de otra manera. Que su vida era distinta.
¡No os asustéis! No me volví loca.
Pero ser yo aquella chica me ayudó mucho. En mi diario, plasmaba cómo quería que fuera mi vida. Vivía los romances que no pude vivir como quise. Me sentía querida.
Ya han pasado los años. Siempre es bueno reencontrarse con la adolescente que una fue. Recordar los buenos tiempos que se vivieron en la mente.
La imaginación...La escritura...
Me han ayudado mucho a ser quien soy.
Así era como me habría gustado ser. A pesar de todo...
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