Hola a todos.
Hoy, me gustaría recordar a los serenos.
También son conocidos como guardias de la noche. Solían empezar su jornada laboral en cuanto caía el Sol. Recorrían las calles de nuestras ciudades y de nuestros pueblos entre finales del siglo XIX hasta no hace casi nada. Llevaban colgando de sus cinturones un enorme manojo de llaves con las que podrían abrir las puertas de las casas si a algún vecino se le perdía sus llaves al regresar a su casa de trabajar o tras una buena juerga. Sus gritos dando la hora son ya casi legendarios y forma parte de nuestra cultura popular.
-¡La una de la madrugada y todo sereno! ¡Dios bendiga a las ánimas que purgan en el Purgatorio!
Terminaban de trabajar apenas empezaba a salir el Sol, pudiendo concluir un trabajo duro ya que ellos estaban trabajando mientras otros dormían. Eran casi como aves nocturnas.
Son muy pocos los serenos que todavía quedan.
Vale la pena recordar este trabajo tan singular y, al mismo tiempo, tan difícil. Los serenos han sido testigos en su nocturna jornada laboral de numerosos acontecimientos. Algunos de ellos no son fáciles de digerir.
Pero han estado ahí en muchos momentos.
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