Hola a todos.
Sé que debería de haber empezado ya a subir los fragmentos de mi diario (o del diario de Roberta, como mejor lo veáis, je, je).
El problema es que se me están complicando las cosas. ¡No tengo tiempo para casi nada!
Estoy muy liada con mi blog-novela Berkley Manor. Me gustaría acabarla para finales de este mes y, así, recuperar mi otra blog-novela Una brisa suave y retomar un viejo proyecto, Ecos del pasado. Y, recientemente, he reconvertido mi blog "Apasionada Lily" en un rincón donde dar rienda suelta a mi lado más friki (lo reconozco, soy un poco friki).
No quiero tampoco abandonar mi blog principal, "Un blog de época".
Como tampoco quiero abandonar este blog, quiero compartir con vosotros esta rima que es una de mis favoritas de Gustavo Adolfo Bécquer. En ella, se describe el amor como un sentimiento alegre. Quien lo escribe es un hombre feliz, seguro de que el amor siente por la joven a la que van dirigidos estos versos es correspondido.
Sin más dilación, os dejo con la Rima XXIII de Bécquer.
Por una mirada, un mundo;
por una sonrisa, un cielo;
por un beso...¡Yo no sé
que te diera por un beso!
Canciones inolvidables de ayer y de hoy. Novelas que han marcado nuestras vidas. Relatos románticos. Un lugar...Un lugar destinado para el recuerdo...Un lugar donde leer historias de amor. Un lugar donde descubrir otras historias de amor. Un lugar para sentir. Un lugar para emocionarse. Un lugar para enamorarse. Un siglo inolvidable...
viernes, 7 de junio de 2013
martes, 4 de junio de 2013
ME LLAMO ROBERTA
Hola a todos.
Hoy soy Roberta.
Roberta era el nombre que solía usar cuando escribía en mi diario. Era una chica de quince años. Vivía en el siglo XIX. Roberta era un poco como yo quería ser. Mi alter ego, por así decirlo. Hay mucho de mí en ella.
Durante años, escribí en mi diario para evadirme. Para no pensar en cómo era mi vida. Y, para ser sinceros, me alegro de haber tenido un diario. De no haber sido por la escritura, me habría vuelto loca. No quiero contar penas.
¡Al contrario! Hoy, quiero estar contenta. Roberta sale a la luz. Hay algo de ensoñación en su diario. De cómo me habría gustado a mí que hubiesen pasado ciertas cosas. Otras cosas son reales. Pero un tanto idealizadas...
Estamos en el año 1860. El lugar es la isla de Tabarca, un lugar que siempre ha llamado mi atención. Una isla preciosa situada frente a la costa de Santa Pola, en Alicante.
Os invito a que conozcáis a Roberta. Bueno, mejor dicho, a mi otra yo.
Muy pronto, si puedo, sabréis un poquito más de mí.
Hoy soy Roberta.
Roberta era el nombre que solía usar cuando escribía en mi diario. Era una chica de quince años. Vivía en el siglo XIX. Roberta era un poco como yo quería ser. Mi alter ego, por así decirlo. Hay mucho de mí en ella.
Durante años, escribí en mi diario para evadirme. Para no pensar en cómo era mi vida. Y, para ser sinceros, me alegro de haber tenido un diario. De no haber sido por la escritura, me habría vuelto loca. No quiero contar penas.
¡Al contrario! Hoy, quiero estar contenta. Roberta sale a la luz. Hay algo de ensoñación en su diario. De cómo me habría gustado a mí que hubiesen pasado ciertas cosas. Otras cosas son reales. Pero un tanto idealizadas...
Estamos en el año 1860. El lugar es la isla de Tabarca, un lugar que siempre ha llamado mi atención. Una isla preciosa situada frente a la costa de Santa Pola, en Alicante.
Os invito a que conozcáis a Roberta. Bueno, mejor dicho, a mi otra yo.
Muy pronto, si puedo, sabréis un poquito más de mí.
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