Hola a todos.
Me gustaría compartir con vosotros en este blog un relato corto que he terminado de escribir.
Se titula
Lucy.
Es un relato que tiene tintes románticos y que transcurre en la década de 1960.
Espero que os guste.
LUCY
STORNOWAY, EN LA ISLA DE LEWIS Y HARRIS, EN EL ARCHIPIÉLAGO DE LAS HÉBRIDAS, ESCOCIA, 1969
Lucy Winna Fleming contempló cómo las gotas de lluvia golpeaban con suavidad los cristales de la ventana de su habitación. Era uno de esos días en los que resultaba imposible salir a la calle. Tenía puesto el tocadiscos.
Suspiró al recordar la pasión con la que su novio Robert Gordon la había besado cuando se despidió de ella en el portal de la puerta del bloque de pisos donde Lucy vivía con sus padres.
Oyó a su padre discutir a gritos con su hermano mayor, Kyle, que había regresado a casa borracho, como casi siempre.
Corría el mes de diciembre.
Lucy pensó que era imposible convivir con su familia.
Tanto Kyle como su hermano gemelo, Dominic, pasaban todo el rato en el puerto. En ocasiones, Lucy se empeñaba en acompañarles. Los dos llevaban unos estilos de vida muy disipados. Solían ir a los pubs a beber hasta perder el conocimiento. Les sorprendía ver cómo Lucy aguantaba bien las jarras de cerveza que bebía una detrás de otra.
-No lo entiendo-dijo una noche Kyle en un pub, arrastrando las palabras-Yo no puedo tenerme de pie.
-Será mejor que llame a un taxi-propuso Lucy, buscando monedas sueltas en su bolso para llamar por teléfono.
-¡Lo dice porque tú no estás trompa!-se exasperó Dominic.
-Soy más fuerte que vosotros.
Al terminar de hablar, Lucy apuró su jarra de cerveza.
Kyle y Dominic trabajaban en el astillero, al igual que su padre.
La madre de Lucy era ama de casa. La chica había conseguido un trabajo como cocinera en el restaurante del club de golf en el que trabajaba Robert.
Se conocieron allí. Era un día de lluvia. Robert se ofreció a llevar a Lucy a su casa en su coche de segunda mano.
Ella aceptó. Se subió al coche de Robert y le indicó donde vivía. Él le confesó que llevaba algún tiempo observándola.
-Me gustaría salir contigo-atacó Robert.
Lucy era feliz en los días de lluvia. En ocasiones, sentía que la lluvia formaba parte de ella. Los pocos días de Sol que hacía en Stornoway la hacían sentirse triste. La ponían de mal humor. Esbozó una sonrisa al contemplar los charcos de agua que se formaron en la calle.
La madre de Lucy estaba siempre furiosa con sus hijos. A Lucy le reñía por salir a la calle maquillada. ¿Acaso una mujer decente se pintaba los labios? Pero la chica no le hacía caso.
Tampoco le gustaba nada la ropa que solía lucir Lucy. La chica se ponía vestidos floreados de estilo hippie cuando salía a la calle. Otras veces, se ponía minifaldas. En ocasiones, se ponía pantalones. Le había dicho a su madre que Robert le gustaba mucho. Pero que no se veía casada con él. Estaba trabajando de cocinera en aquel restaurante con el único fin de ahorrar. Se iría a vivir sola. Y estudiaría una carrera en la Universidad.
Semanas antes, estuvo nevando durante todo el día.
Lucy acudió a visitar el Museo. Robert y ella tenían el día libre. Andy Warhol exponía sus cuadros.
Lucy había oído hablar de aquel artista. Le parecía fascinante todo lo que hacía. Había logrado ver una de las películas que había rodado. Eran películas extrañas y, al mismo tiempo, bellas.
Robert y Lucy salían todos los domingos. Era el único día que tenían libre. Iban al cine a ver una película. Un domingo, acudieron a ver Un trabajo en Italia.
Mientras veían la película y daban cuenta de palomitas, Robert empezó a hablar. Le habló a Lucy de casarse.
-¿Quieres que nos casemos?-se asombró la chica-¿Te has vuelto loco?
-Llevamos algún tiempo saliendo-contestó Robert-Nos queremos. Por lo menos, yo te quiero, Lucy.
La primera vez que se habían besado había sido en un día de lluvia.
Lucy entró en casa sonriendo. Oyó a su padre discutir, esta vez con Dominic. De sus dos hermanos, era el único que estaba casado.
-¡Tu mujer se queja de que nunca estás cuando la necesitas!-exclamó el señor Fleming.
-Mairi no me quiere-replicó Dominic, refiriéndose a su esposa.
-¡Pero es tu esposa! ¡Cuídala!
Lucy recordó aquella bronca mientras estaba contemplando Red Liz. ¿Casarse?
-No creo en el matrimonio-se sinceró Lucy.
-¿Es que no piensas casarte nunca?-se sorprendió Robert.
-Lo que no quiero es convertirme en la esclava de nadie.
-¡Jamás haría tal cosa contigo!
-Eso es lo que mi hermano Dom le decía a mi cuñada Mairi. Ahora, ella no le ve el pelo. Lo único que hace es limpiar la casa. Cocinar.
Lucy se obligó a sí misma a regresar al presente.
Había podido hablar por teléfono aquella mañana con Mairi. Su pobre cuñada parecía haberse resignado a llevar una vida de esclavitud junto a Dominic. La idea de divorciarse de él no había pasado por su mente. Pensaba que, antes o después, acabaría haciéndole caso.
-No te cases nunca, Lucy-le recomendó Mairi a su cuñada antes de colgar.
-Eso haré. No te preocupes.
Lucy había puesto en el tocadiscos el disco que había adquirido unos pocos días antes.
Era de los Beatles.
Estaba sonando
All together now.
Su madre tenía la tele puesta. Su padre se había marchado de casa dando un portazo. Oyó a Kyle discutir con alguien por teléfono. Lucy subió el volumen del tocadiscos.
La última novia de Kyle, con la que iba a casarse, estaba furiosa con él. Lo cierto era que Kyle había roto el noviazgo antes de la boda. Troth, como se llamaba la joven, era el sueño de cualquier joven chapado a la antigua. Trabajadora...De las que pensaban que había que llegar virgen al matrimonio. Quería dejar su trabajo de cajera en un supermercado nada más casarse.
Kyle no podía casarse con ella. No estaba enamorado de Troth. Por eso, con las invitaciones ya enviadas, había roto su compromiso con ella. Ya no iba a haber boda. Troth no se lo había tomado nada bien y se pasaba las horas llamando a Kyle por teléfono. ¡Parecía vivir en otro tiempo!
Lucy ya no era virgen.
Se había entregado a Robert en el interior de su coche. Era una tarde en la que no paraba de llover. Robert detuvo el coche en un descampado. Lucy había estado con otros hombres antes que con él.
-Te quiero mucho-le confió Robert.
También él tenía experiencia previa con otras mujeres.
Sin embargo, sintió algo muy especial cuando Lucy le devolvió todos los besos que él le dio.
A Lucy le gustaba salir con Robert. Sentía algo muy fuerte por él.
Podía tratarse de amor. Podía estar enamorada de él.
Cuando lo besaba, sentía un revoloteo de mariposas en su estómago.
Le daba miedo arriesgar. No quería convertirse en una esclava, como lo era Mairi. Quería estar con él. Pero no a cualquier precio...No quería renunciar a sus sueños por él.
FIN