Hola a todos.
Mientras sigo buscando la libreta donde está todo lo que queda de Volver a amar, me he animado a continuar escribiendo la historia de Raúl y de Paloma.
Oficialmente, está terminada. Pero no he resistido la tentación de seguir escribiendo más acerca de esta pareja.
Veamos lo que les ocurre.
Era algo maravilloso poder pasear con Raúl.
Era maravilloso poder pasear por la isla.
Ir a la Playa de las Conchas cogida de su brazo. Poder apoyar la cabeza sobre su hombro.
O asistir a las pequeñas fiestas que se celebraban. Bailar con él todos los bailes.
-Eso no está bien-le decía su madre.
-Nos vamos a casar-le recordaba Paloma.
Su madre no dejaba de recordar quién era Raúl.
-Era el marido de Lorena-le dijo una tarde, cuando estaban en el jardín, cada una tumbada en una chaise longue-Se han dicho muchas cosas sobre ella. Pero no era una mala mujer.
-Lorena siempre ocupará un lugar en mi corazón-le aseguró Paloma.
-¿Aunque te cases con su marido?
-Lorena lo aprobará. Lo aprueba. Estoy convencida de ello.
Había hombres que se acercaban a Paloma para besarle la mano. Los mismos hombres que habían besado antes la mano de Lorena, antes de casarse con Raúl.
Ahora, Lorena ya no estaba. Paloma no podía conciliar el sueño por las noches. Iba a casarse con Raúl.
Él se colaba muchas noches en su habitación para meterse en la cama con ella, desnudarse y estrecharla entre sus brazos. Para besarla con tanta pasión hasta el punto de marearla.
Para hacerla suya.
Paloma sentía que no estaba haciendo nada malo.
¿Acaso Lorena había sentido asco de estar en la cama con Raúl? Ella no sentía asco alguno cuando él besaba su cuello. O cuando chupaba uno de sus pechos. O cuando sentía su lengua recorriendo su vientre.
No sentía pudor alguno de mostrarse completamente desnuda ante él ni de verle completamente desnudo.
ADVERTENCIA: Es posible que esta historia esté sujeta a sufrir algunos cambios. Ya los iréis viendo en estos días.